Frases-cortas-de-amor-lejano ( 21 )
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La felicidad reside en los gustos y no en las cosas; somos felices cuando tenemos lo que nos gusta y no cuando tenemos lo que los demás encuentran agradable.

La tristeza del alma puede matarte mucho más rápido que una bacteria.

No hables de afecto perdido, el afecto nunca es en vano.

Es muy difícil hacer bella la felicidad. Una felicidad que solo es ausencia de desdicha es cosa fea.

Lo importante no es curarse, si no vivir con sus males.

Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza.

No es fiéis del que de nadie se fía.

¡Cuán bueno hace al hombre la dicha! Parece que uno quisiera dar su corazón, su alegría. ¡Y la alegría es contagiosa!

El orgullo es el complemento de la ignorancia.

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría,no podrá morir nunca.

El hombre que tiene fe ha de estar preparado, no solo a ser mártir, sino a ser un loco.

Se hace ligera la carga que se sabe llevar bien.

La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.

El miedo es la forma de nuestra subordinación a las leyes físicas.

No hay nadie que no sea peligroso para alguien.

Uno está muy loco, cuando está enamorado.

Quien quisiera que el hombre no conociera el dolor, evitaría al mismo tiempo el conocimiento del placer y reduciría al mismo hombre a la nada.

Con frecuencia nos avergonzaríamos de nuestras más hermosas acciones, si el mundo supiera todos los motivos que las producen.

¡Qué cosa tan extraña es la felicidad! Nadie sabe por dónde ni cómo ni cuándo llega, y llega por caminos invisibles, a veces cuando ya no se le aguarda.

Los celos se engendran entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca y aun de la tierra que se pisa.

Todo nuestro conocimiento tiene su principio en los sentimientos.

Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo.

Mejor se puede disculpar el que se muere de miedo, que el que de miedo se mata: porque allí obra sin culpa la naturaleza; y en éste, con delito y culpa, el discurso apocado y vil.

La más segura señal de una naturaleza inferior es querer no parecer sorprendido de nada.

El odio no es más que carencia de imaginación.

A los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos.

La ira ofusca la mente, pero hace transparente el corazón.

La gratitud es como aquel licor de Oriente que solo se conserva en jarros de oro: perfuma las almas grandes y se agria en las pequeñas.

El orgullo precede a la caída.

Somos criaturas tan tornadizas, que acabamos por experimentar los sentimientos que fingimos.

Virtud envidiada es dos veces virtud.

Mucha gente se hace una idea equivocada sobre la verdadera felicidad. No se consigue satisfaciendo los propios deseos, sino siendo fieles a un cometido que merezca la pena.

Nadie siente el dolor de otro, nadie entiende la alegría de otro.

La felicidad ininterrumpida aburre: debe tener alternativas.

El valor de un sentimiento se mide por la cantidad de sacrificio que estás preparado a hacer por él.

El hijo de las largas convivencias desapasionadas es el tedio.

Hay más fe en una honrada duda, creedme, que en la mitad de las creencias.

La fe es el antiséptico del alma.

Los pueblos viven sobre todo de esperanzas. Sus revoluciones tiene por objeto sustituir con esperanzas nuevas las antiguas que perdieron su fuerza.

Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.