Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino ( 3 )
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A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.

Créeme, en tu corazón brilla la estrella de tu destino.

¿Qué es, pues el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé.

Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino.

Un hijo es como una lámpara en un lugar oscuro.
Kda uno decide su destino y este se forja de una manera firme a traves de nuestras decisiones y de nuestros actos asi como solo nosotros tenemos la libertad de escribir, elegir y decidir como seguirem...

Bendeciré el haberte conocido y te honrare, como un hijo a su padre, seras mi faro en medio de la noche...
¡Respira!... No olvides respirar, ¡estás vivo!, no eres del montón, ¡despierta!... y ¡Vive!, sal y lucha por lo que quieres, no esperes a que llegue a ti, forja tu destino... solo tú tienes el ...

Quien en la vida piensa que lo importante es el destino y no el viaje, es que todavía no se ha topado con el primero.

Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera.

Lo que se considera ceguera del destino es en realidad miopía propia.

Si usted ama, no es ese amor lo que forma parte de su destino: es la conciencia de usted misma que usted habrá encontrado en el fondo de ese amor lo que modificará su vida.

Tendremos el destino que no hayamos merecido.

No creo en la casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino.

El ruiseñor se niega anidar en la jaula, para que la esclavitud no sea el destino de su cría.

El hacer el padre por su hijo es hacer por sí mismo.

Vivir sus deseos, agotarlos en la vida, es el destino de toda existencia.

Una carga inclinada no va a llegar a su destino.

El encanto es la manera de conseguir la respuesta "si" sin haber realizado una pregunta clara.

El destino del genio es ser un incomprendido, pero no todo incomprendido es un genio.

Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas ni se convertirían en espíritu si no chocaran con el destino,esa vieja roca muda.
La ley de la cosecha es cosechar más de lo que se siembra. Siembra un acto, y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosechas un carácter. Sembrar un carácter y cosechas un destino.

Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos.

Amo al que hace de su virtud su afán y fatal destino; pues por su virtud quiere seguir con vida y no quiere vivir más.

¿qué es lo que sé sobre el destino del hombre? podría decirte más cosas sobre rábanos.
El nacionalismo de ustedes se parece al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del padre junto a la cuna del hijo (...) Para ustedes la Nación se realizó y fue derog...

Es lícito violar una cultura, pero a condición de hacerle un hijo.

Tal es el destino que quiere mi voluntad.

El destino baraja las cartas, nosotros las jugamos.

El destino puede seguir dos caminos para causar nuestra ruina: rehusarnos el cumplimiento de nuestros deseos y cumplirlos plenamente.

En la mujer, verdaderamente mujer, no hay nada que no esté en relación con su marido, con su hijo o con su amante.

Constituye un destino. Es más noble ser envidiado que compadecido.

Como al caballo lo prueba el camino, a los hombres los prueba su destino.

El destino es una buena cosa cuando todo te va bien, cuando eso no es así, no se le llama destino, se le llama injusticia, traición o simplemente mala suerte.

El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad.

El cielo gobierna los acontecimientos del mundo sin ser visto; esta acción oculta del cielo es lo que se llama el destino.
Creo que las mujeres sostienen el mundo en vilo, para que no se desbarate mientras los hombres tratan de empujar la historia. Al final, uno se pregunta cuál de las dos cosas será la menos sensata.

Los hombres son dueños de su propio destino.

El valor es hijo de la prudencia, no de la temeridad.

Nuestro destino ejerce su influencia sobre nosotros incluso cuanto todavía no hemos aprendido su naturaleza; nuestro futuro dicta las leyes de nuestra actualidad.