Frases-cortas-dia-de-la madre ( 18 )
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Lo que hace tan agudo el dolor de los celos es que la vanidad no puede ayudar a soportarlo.

La esperanza es un emprésito que se le hace a la felicidad.

Toda ciencia viene del dolor. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás.

Una persona aburrida es la que habla cuando deseas que te escuche.

Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la primera, estáis perdidos.

Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien.

Hay una cosa muy bonita: compartir la alegría de amar.

Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables.

Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas.

Hazles comprender que no tienen en el mundo otro deber que la alegría.

La brevedad es el alma del ingenio.

La providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

Bien poco enseñó la vida a quien no le enseñó a soportar el dolor.

Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo.

Cada cual tiene la edad de sus emociones.

El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.

Poca fe se otorga a los que tienen poca fe.

La alegría, cuanto más se gasta, más se queda.

El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás.

El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal.

Los vuelos naturales del espíritu humano no van de placer a placer sino de una esperanza a otra.

La esperanza no es ni realidad ni quimera. Es como los caminos de la Tierra: sobre la Tierra no había caminos; han sido hechos por el gran número de transeúntes.

Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia.

Los celos no son corrientemente más que una inquieta tiranía aplicada a los asuntos del amor.

En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.

Ver es creer, pero sentir es estar seguro.

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.

La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro.

Nos hemos de liberar de la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy.

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.

Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados.

Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos.

La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte porque no han hecho nada de su vida.

Tanto más fatiga el bien deseado cuanto más cerca está la esperanza de poseerlo.

Quien se venga después de la victoria es indigno de vencer.

La idea de ser presidente me da miedo, y no pienso que quiera el trabajo.

La felicidad no está en la ciencia, sino en la adquisición de la ciencia.

El hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios está viejo, irreparablemente.

¡La felicidad! No existe palabra con más acepciones; cada uno la entiende a su manera.