Frases-de-reconocimiento ( 38 )
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No podemos ver a la virtud sin amarla, ni amarla sin ser felices.

La enorme multiplicación de libros, de todas las ramas del conocimiento, es uno de los mayores males de nuestra época.

ConfÃa en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentÃa su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difÃcil imaginar que se pued...

Gobernar siempre quiere decir hacer descontentos.

La simpatÃa es muy frecuentemente un prejuicio sentimental basado en la idea de que la cara es el espejo del alma. Por desgracia, la cara es casi siempre una careta.

La confianza sirve en las conversaciones más que el ingenio.

No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas.

Cuanto más felices son los tiempos más pronto pasan.

La mayorÃa de las personas prefieren confesar los pecados de los demás.

Nada posible es bello, solo lo real es bello.

La meditación fortifica a los fuertes y debilita a los débiles.

Creedlo, para hacernos amar no debemos preguntar nunca a quien nos ama: ¿Eres feliz?, sino decirle siempre: ¡Qué feliz soy!.

Ser tirano no es ser, sino dejar de ser, y hacer que dejen de ser todos.

Yo no procuro conocer las preguntas; procuro conocer las respuestas.

La conciencia vale por mil testigos.

El ardimiento juvenil en sus comienzos es fogoso, pero languidece fácilmente y no dura; es el humo de una fogata liviana.

El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización.

Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnologÃa y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre.

Si la virtud fuese reconocida como un misterio la virtud serÃa más fácil.

Aunque pudiera hacerme temible, preferirÃa hacerme amable.

El hombre se precipita en el error con más rapidez que los rÃos corren hacia el mar.

El verdadero instrumento del progreso radica en el factor moral.

Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse.

Seamos discretos. No peguntemos a la gente si vive.

En la morfologÃa del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada.

El dinero se llora con un pesar más profundo que a los amigos o a los parientes.

La belleza es poder; una sonrisa es su espada.

El lector puede ser considerado el personaje principal de la novela, en igualdad con el autor; sin él, no se hace nada.

Ningún gobierno puede sostenerse sin el principio del temor asà como del deber. Los hombres buenos obedecerán a este último, pero los malos solamente al primero.

Cada vida ha de tener sus espacios huecos que el ideal ha de rellenar.

Dios no recibe respuestas con palabras.

Suspendà mi educación cuando tuve que ir al colegio.

Nadie se hizo perverso súbitamente.

La juventud es inmoderada en sus deseos.

Todos nacemos originales y morimos copias.

Cuando estamos más ocupados es cuando tenemos más tiempo para divertirnos.

Un gran hombre demuestra su grandeza por el modo en que trata a los que son o tienen menos que él.

Aceptar un favor de un amigo es hacerle otro.

No creo que haya que lamentarse sobre el propio destino, pero a veces es muy duro.