Frases-para-un-padre-fallecido ( 122 )
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Lo que no comprendemos no lo poseemos.

Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil, el sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar o no es artista.

Más que las ideas, a los hombres los separan los intereses.

En una bandada de blancas palomas, un cuervo negro añade más belleza incluso que el candor de un cisne.

Todo tiene sus límites.

No hay verdadera felicidad en el egoismo.

Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será.

Toma consejo de tu enemigo.

Del pecado, lo peor es la perseverancia.

Morimos solo una vez, pero durante mucho tiempo.

Los defectos de un hombre se adecuan siempre a su tipo de mente. Observa sus defectos y conocerás sus virtudes.

Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad.

Si queremos gozar la paz, debemos velar bien las armas; si deponemos las armas no tendremos jamás paz.

El primer castigo del culpable es que su conciencia lo juzga y no lo absuelve nunca.

La sabiduría es un tesoro que nunca causa entorpecimientos.

El patriotismo es la virtud de los depravados.

El que se pone de puntillas no puede sostenerse derecho.

El cerebro es mi segundo órgano en importancia.

La batalla más difícil la tengo todos los días conmigo mismo.

No soy sincero, incluso cuando digo que no lo soy.

Si quieres ser viejo mucho tiempo, hazte viejo pronto.

Se cambia mas fácilmente de religión que de café.

La vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros.

No desprecies a nadie; un átomo hace sombra.

La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.

Lee los buenos libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos.

Todo lo que se mueve es movido por otro.

Si dicen mal de ti con fundamento, corrígete; de lo contrario, échate a reír.

La humanidad progresa. Hoy solamente quema mis libros; siglos atrás me hubieran quemado a mi.

En la mujer, el orgullo es a menudo el móvil del amor.

No hay revolución sin contrarrevolución.

No podemos ver a la virtud sin amarla, ni amarla sin ser felices.

La enorme multiplicación de libros, de todas las ramas del conocimiento, es uno de los mayores males de nuestra época.

Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pued...

Gobernar siempre quiere decir hacer descontentos.

La simpatía es muy frecuentemente un prejuicio sentimental basado en la idea de que la cara es el espejo del alma. Por desgracia, la cara es casi siempre una careta.

La confianza sirve en las conversaciones más que el ingenio.

No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas.

Cuanto más felices son los tiempos más pronto pasan.