Frases-cortas-dia-de-la madre ( 52 )
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En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas competencias por el dinero.

Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante, pero usar de ella como un gigante es propio de un tirano.

La obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio.

Donde quiera que veáis la moderación sin tristeza, la concordia sin esclavitud, la abundancia sin profusión, decid confiadamente; es un ser venturoso el que aquí manda.

El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando al cielo.

La belleza, cuanto menos vestida, mejor vestida está.

Tú verás que los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos, cuando la llevan dentro de su corazón.

La mayoría nunca tiene razón.

Es absurdo que un pueblo cifre sus esperanzas de redención y ventura en formas de gobierno que desconoce.

La belleza es la otra forma de la verdad.

Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar.

El presente es la viviente suma total del pasado.

La mejor fuente de información son las personas que han prometido no contárselo a otros.

El hombre malo puede decantarse a veces hacia el lado de la razón; pero le resulta casi imposible no hacer cuanto conviene para inclinarse a la maldad.

La pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado.

Por bueno que sea un caballo, necesita espuelas.

Una cosa es continuar la historia y otra repetirla.

Los sentimientos de culpa son muy repetitivos, se repiten tanto en la mente humana que llega un punto en que te aburres de ellos.

El que sube una escalera debe empezar por el primer peldaño.

La filosofía del vagabundo se apoya en la no necesidad de nada y el buen talante de aceptarla sin queja alguna.

Yo necesito compañeros, pero compañeros vivos; no muertos y cadáveres que tenga que llevar a cuestas por donde vaya.

El cambio es la única cosa inmutable.

El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo.

Los auténticos actores son esa raza indomable que interpreta los anhelos y fantasmas del inconsciente colectivo.

El tedio es una enfermedad del entendimiento que no acontece sino a los ociosos.

Muchos abrían podido llegar a la sabiduría si no se hubiesen creído demasiado sabios.

La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios.

Muchos que se adelantaron a su tiempo tuvieron que esperarlo en sitios poco cómodos.

La discreción es una virtud, sin la cual dejan las otras de serlo.

Solo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder.

Un Estado próspero honra a los dioses.

La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte.

Las inteligencias poco capaces se interesan en lo extraordinario; las inteligencias poderosas en las cosas ordinarias.

La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad.

Hay que ser ligero como el ave, y no como la pluma.

La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas.

Gobernar es el arte de crear problemas con cuya solución mantener a la población en vilo.

El estado ideal no es aquel en que cada uno tiene acceso a la misma cantidad de riqueza, sino en proporción a su contribución a la riqueza general.

De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.

Cada cosa que existe es una virgen que ha de ser amada para hacerse fecunda.