Frases-de-reconocimiento ( 51 )
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Cuéntale a los niños la verdad.
Es mejor ser hombre que mujer, porque hasta el hombre más miserable tiene una mujer a la cual mandar.
La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia.
Si yo pinto a mi perro exactamente como es, naturalmente tendré dos perros, pero no una obra de arte.
Obedece más a los que enseñan que a los que mandan.
Sonríe aunque solo sea una sonrisa triste, porque más triste que la sonrisa triste, es la tristeza de no saber sonreír.
El amor es el arquitecto del universo.
Las heridas que te causa quien te quiere, son preferibles a los besos engañadores de quien te odia.
De devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor.
Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.
La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien.
La mejor forma de conseguir la realización personal es dedicarse a metas desinteresadas.
En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento.
Es duro caer, pero es peor no haber intentado nunca subir.
Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras que el género humano no escucha.
El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro.
Los niños adivinan qué personas los aman. Es un don natural que con el tiempo se pierde.
Estar preocupado es ser inteligente, aunque de un modo pasivo. Solo los tontos carecen de preocupaciones.
Concede a tu espíritu el hábito de la duda, y a tu corazón, el de la tolerancia.
Si cada uno limpia su vereda, la calle estará limpia.
La mujer que hace un mérito de su belleza, declara por sí misma que no tiene otro mayor.
Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta.
Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.
La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?
Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad.
Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?
Cómo tener confianza de una mujer que le dice a uno su verdadera edad. Una mujer capaz de decir esto es capaz de decirlo todo.
Aunque estés solo, no debes decir ni hacer nada malo. Aprende a avergonzarte más ante ti que ante los demás.
Cuando conozco a alguien no me importa si es blanco, negro, judío o musulmán. Me basta con saber que es un ser humano.
La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.
La religión debería servir más para dar ánimos a los buenos que para aterrorizar a los malos.
La esperanza es un gran falsificador.
Cuando lo que haces te provoca dar lo mejor de ti sin esperar recompensa, haz encontrado tu vocación.
Conclusión es el lugar donde llegaste cansado de pensar.
La confianza es madre del descuido.
Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.
Amo a todas las religiones, pero estoy enamorada de la mía.
Dime amigo: ¿La vida es triste o soy triste yo?
Los temores, las sospechas, la frialdad, la reserva, el odio, la traición, se esconden frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido de la cortesía.
Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad.
