Frases-de-reconocimiento ( 62 )
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No hay necesidad de fuego, el infierno son los otros.

El arte es la firma de la civilización.

Nada perece en el Universo; todo cuanto acontece en él no pasa de meras transformaciones.

Los seres más sensibles no son siempre los seres más sensatos.

Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.

La conciencia del tiempo, bajo su forma más pura, es el aburrimiento, es decir, la conciencia de un intervalo que nada atraviesa o que nada puede llenar.

La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla.

El arte debe ser gusto, diversión y alucinación.

La única manera de ser feliz es que te guste sufrir.

Hay que ser buenos no para los demás, sino para estar en paz con nosotros mismos.

Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes.

Los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros.

Esperar una felicidad demasiado grande es un obstáculo para la felicidad.

Solo quien sabe cuidar lo ajeno puede poseer lo propio.

Una mujer puede cambiar la trayectoria vital de un hombre.

Me gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.

No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando miran su propia persona.

No me gusta el trabajo, a nadie le gusta; pero me gusta que, en el trabajo, tenga la ocasión de descubrirme a mí mismo.

La medida más segura de toda fuerza es la resistencia que vence.
Se dice que existen tres clases de testigos: Los que han visto bien, pero dudan de lo que han visto. Los que han visto mal, pero creen haber visto bien. Y los que no han visto nada y aseguran haber vi...

De todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos.

El gobierno no se ha hecho para la comodidad y el placer de los que gobiernan.

Si nos volvemos hacia una realidad más grande, es una mujer quien nos tendrá que enseñar el camino. La hegemonía del macho ha llegado a su fin. Ha perdido contacto con la tierra.

Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol; si un bien, en el polvo.

Ni el pasado existe ni el futuro. Todo es presente.

El trabajo sin prisa es el mayor descanso para el organismo.

Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio.

Los aduladores se parecen a los amigos como los lobos a los perros.

La nostalgia ya no es lo que era.

La rueda más estropeada del carro es la que hace más ruido.

La crueldad es la fuerza de los cobardes.

No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.

No hay secretos para el éxito. Este se alcanza preparándose, trabajando arduamente y aprendiendo del fracaso.

No es humano el deber que por soñar con una humanidad perfecta es inexorable con los hombres.

Los satisfechos, los felices, no aman; se duermen en la costumbre.

Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo.

No hay cosa más incierta que el numero de años de las señoras que se dicen de cierta edad.

Solo la incertidumbre mata los celos.

Quien todo lo quiere, todo lo pierde.

El tiempo es la medida de los negocios, como el dinero lo es de las mercancías.