Frases-para-un-padre-fallecido ( 113 )
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Perder el dinero es a menudo un delito; adquirirlo por malas artes es aún peor, y malgastarlo es lo peor de todo.

El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan.

La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse.

No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior.

El odio es la cólera de los débiles.

Donde hay concordia siempre hay victoria.

Al utilizar por primera vez este tipo de armas nos alineamos con los bárbaros de las primeras edades.

Procurando lo mejor estropeamos a menudo lo que está bien.

La multitud no envejece ni adquiere sabiduría: siempre permanece en la infancia.

La belleza se define como la manifestación sensible de la idea.

Los perros solo ladran a quienes no conocen.

Que ni una palabra ni una mirada obscena manchen la casa en donde haya un niño.

A falta de pan buenas son tortas.

Ningún conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia.

Es rey quien nada teme, es rey quien nada desea; y todos podemos darnos ese reino.

La religión es el conocimiento de todos nuestros deberes como mandamientos divinos.

Bien sé que las mujeres aman, por lo regular, a quienes lo merecen menos. Es que las mujeres prefieren hacer limosnas a dar premios.

Olvidemos lo que ya sucedió, pues puede lamentarse, pero no rehacerse.

El que no es bello a los veinte, ni fuerte a los treinta, ni rico a los cuarenta, ni sabio a los cincuenta, nunca será ni bello, ni fuerte, ni rico, ni sabio.

La Biblia enseña a amar a nuestros enemigos como si fueran nuestros amigos, posiblemente porque son los mismos.

Que un hombre muera por una causa no significa nada en cuanto al valor de la causa.

La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre examen.

Cuando el delito se multiplica, nadie quiere verlo.

La historia es un incesante volver a empezar.

A los empresarios les gustan las asambleas porque ellos las inventaron.

Cuanto más tiempo dura una disputa, más lejos nos hallamos del final.

La peor soledad que hay es el darse cuenta de que la gente es idiota.

Desventurado el hombre que no tiene quien le amoneste cuando tiene necesidad de ello.

Después de saber cuándo debemos aprovechar una oportunidad, lo más importante es saber cuándo debemos renunciar a una ventaja.

Ser hombre es ser libre. El sentido de la historia es que nos convirtamos realmente en hombres.

El valor es el resultado de un grandísimo miedo.

Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada más rápido que un favor.

La maravilla de un solo copo de nieve supera la sabiduría de un millón de meteorologistas.

La vejez no mejora el corazón: lo endurece.

No lo hagas si no conviene. No lo digas si no es verdad.

En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias.

El arte todo debe mostrar porque los hombres son de tal o cual manera.

No hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria.

El hecho de ser habitados por una nostalgia incomprensible sería, al fin y al cabo, el indicio de que hay un más allá.

La falsedad está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo.