Hombres necios ( 4 )
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Los hombres son los que sus madres han hecho de ellos.

El cristianismo. . . Imparte a los hombres una doble vida y ofrece los goces imaginarios del cielo como un solaz para las miserias reales de esta vida.

Hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen.

Los hombres son como los astros, que unos dan luz de sí y otros brillan con la que reciben.
Aquellos que anuncian que luchan en favor de Dios son siempre los hombres menos pacíficos de la Tierra. Como creen percibir mensajes celestiales, tienen sordos los oídos para toda palabra de humanid...

Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.

Los hombres construyen puentes y tienden vías férreas a través de desiertos, y, no obstante, sostienen con éxito, que coser un botón es tareas superior a ellos.

La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos.

Hablar de la democracia y callar al pueblo es una farsa. Hablar de humanismo y negar a los hombres es una mentira.

La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos.

Los cazadores atrapan las liebres con los perros; muchos hombres atrapan a los ignorantes con la adulación.

Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.

Me gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.

No es humano el deber que por soñar con una humanidad perfecta es inexorable con los hombres.

Aunque los hombres se jacten de sus grandes acciones, muchas veces no son el resultado de un gran designio, sino puro efecto del azar.

Si en los hombres no aparece el lado ridículo, es que no lo hemos buscado bien.

He preferido estudiar los libros que a los hombres.

Una buena parte de los hombres no tiene más vida interior que la de sus palabras, y sus sentimientos se reducen a una existencia oral.

¡Confiamos demasiado en los sistemas, y muy poco en los hombres!.

Quizás el sufrimiento y el amor tienen una capacidad de redención que los hombres han olvidado o, al menos, descuidado.

Los hombres buenos y bellos se conquistan con gentilezas.

Si las mujeres se vistieran para los hombres, las tiendas no venderían demasiado. A lo sumo un par de anteojos de sol cada tanto tiempo.

El espíritu de Dios flota sobre las aguas y una isla celestial se hará visible primero cual morada de los nuevos hombres, cual cuenca de la vida eterna sobre las olas que refluyen.

Una multitud es como un vasto desierto de hombres.

Las malas leyes hallarán siempre, y contribuirán a formar, hombres peores que ellas, encargados de ejecutarlas.

La mayor parte de las diversiones a que se entregan los hombres, los niños y otros animales son imitaciones de la lucha.

El más rico de todos los hombres es el ahorrativo; el más pobre, el avaro.

La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no puede explicarla. Los hombres pueden ser analizados; las mujeres solo pueden ser amadas.

Estupidez humana. Humana sobra, realmente los únicos estúpidos son los hombres.

Hay dos clases de hombres: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas.

Él piensa mucho: hombres así son peligrosos.

Hay hombres que no suben después de caer.

Si todos los años extirparamos un solo vicio, pronto llegaríamos a ser hombres perfectos.

La verdad necesita de dos hombres para ser descubierta: uno para decirla y otro para entenderla.

Agradar cuando se recaudan impuestos y ser sabio cuando se ama son virtudes que no han sido concedidas a los hombres.
Se dirá que el placer de la aventura mental es raro, que pocos pueden apreciarlo y que la educación ordinaria no tiene en cuenta un bien tan aristocrático. Yo no lo creo. El placer de la aventura m...

Todos los hombres tienen una mujer en el pensamiento; los casados, además, tienen otra en casa.

Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.

Los hombres no se perturban por las cosas sino por la opinión que tienen de éstas.

Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza.