Frases para hombres que no valoran a una mujer ( 16 )
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Las lágrimas de la mujer hablan silenciosamente.

Los hombres son absurdos, se entretienen en trazar rompecabezas con las cosas del cielo, como si no tuvieran bastantes quebraderos de cabeza aquí en la tierra.

Aunque los hombres se vanaglorian de sus grandes obras, frecuentemente no son estas el resultado de un noble propósito, sino efecto del azar.

La naturaleza vuelve a los hombres elocuentes en las grandes pasiones y en los grandes intereses.

Los madrileños se acercan al circo a ver un animal tan bueno como hostigado, que lidia con dos docenas de fieras disfrazadas de hombres.

No es en los hombres, sino en las cosas mismas, donde es preciso buscar la verdad.

Es cosa admirable que todos los grandes hombres tengan siempre alguna ventolera, algún granito de locura mezclado con su ciencia.

Los hombres pueden dividirse en tres clases: los que creen ser donjuanes, los que creen haberlo sido y los que creen haberlo podido ser, pero no quisieron.

El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.

Llamo rumiantes a los hombres que se pasan rumiando la miseria humana, preocupados de no caer en tal o cual abismo.

Los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.

Seamos tan diferentes con los hombres como con los cuadros, a los que tratamos siempre de dar una luz favorable.

La mujer ha de ser dueña, y parecerlo, que es más.

La causa de la mujer es la del hombre; los dos se levantan o sucumben juntos.

Si realmente el período de noviazgo es el más bello de todos, ¿por qué se casan los hombres?.

El mas acerbo dolor entre los hombres es el de aspirar mucho y no poder nada.

No se nace sino que se deviene mujer.

Un arqueólogo es el mejor marido para una mujer: cuanto mayor se hace ella, más le gusta a él.

La mujer es algo mientras que el hombre no es nada.

No hay en el mundo nada peor que una mujer, excepto otra mujer.

Los hombres ilustres tienen toda la tierra por tumba.

Si hubiera una nación de dioses, éstos se gobernarían democráticamente; pero un gobierno tan perfecto no es adecuado para los hombres.

Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los crímenes que ellos han cometido.

Los maridos no son nunca amantes tan maravillosos como cuando están traicionando a su mujer.

Las mujeres desconfían de los hombres en general, y muy poco en particular.

Los hombres aprenden mientras enseñan.

Hacer felices a otros hombres: no hay nada mejor ni más bello.

La mujer no existe. Solo hay mujeres cuyos tipos varían al infinito.

El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo.

Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.

Si sois prudentes observaréis atentamente a los hombres para que no os oculten lo que piensan.

A los hombres les encanta maravillarse. Esto es la semilla de la ciencia.

La sabiduría es, en el hombre, la madre de todas las virtudes; en la mujer, la madre de todas las cursilerias.
Lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas, por intervención de los hombres.

Todas las mujeres deberían casarse; los hombres, no.

A las mujeres les está bien llorar, a los hombres recordar.

A la sombra de un hombre célebre hay siempre una mujer que sufre.

Se encuentran muchos hombres que hablan de libertad, pero muy pocos cuya vida no se haya consagrado, principalmente, a forjar cadenas.

Solo en un mundo de hombres sinceros es posible la unión.

Los hombres son como vasijas de barro, que no valen sino por lo que guardan.