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Ningún hombre necesita poco.
¡oh, insensatos afanes de los mortales! ¡qué débiles son las razones que nos inducen a no levantar nuestro vuelo de la tierra!.
Del fanatismo a la barbarie solo media un paso.
La fama es un trozo de nada que el artista agarra al vuelo sin saber por qué.
El placer supremo es obtener lo que se anhela.
Las obras no se acaban, se abandonan.
El mundo nace en nosotros, como Descartes hizo reconocer, y dentro de nosotros adquiere su influencia habitual.
El joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones.
Nunca se debe mirar a una persona que duerme. Es como sí abriéramos una carta que no ha sido dirigida a nosotros.
El único realista de verdad es el visionario.
El ser humano es el único animal capaz de hacer fuego. Esto le ha procurado su dominio sobre la Tierra.
Sírvete de lo aparente como indicio de lo inaparente.
Cuanto más posee el hombre, menos se posee a sí mismo.
El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertirlo y en impedir que piense en sí mismo. Porque, por muy rey que sea, es desgraciado si piensa en ello.
Un guijarro en el lecho de un pobre arroyuelo puede mudar el curso de un río.
Terrible es el error cuando usurpa el nombre de la ciencia.
Las cosas se llaman equívocas cuando tan solo tienen de común el nombre.
El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre.
La verdadera causa final reside en los seres inmóviles.
He firmado tantos ejemplares de mis libros que el día que me muera va a tener un gran valor uno que no lleve mi firma.
El psicoanálisis es el cubismo de la medicina.
Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse.
El pueblo, el fuego y el agua no pueden ser domados nunca.
Lo que llamamos en otros pecado, consideramos en nosotros como experiencia.
La primera condición para la paz es la voluntad de lograrla.
El tedio es una enfermedad del entendimiento que no acontece sino a los ociosos.
Hay que ser ligero como el ave, y no como la pluma.
El estado ideal no es aquel en que cada uno tiene acceso a la misma cantidad de riqueza, sino en proporción a su contribución a la riqueza general.
A veces conviene cerrar un ojo, pero no es prudente cerrar ambos a la vez.
Cada uno es ortodoxo con respecto a sí mismo.
En el fondo, la inmoralidades una cuestión de estética, porque los desnudos hermosos son decentísimos y los feos inmorales.
Sentir que se ríe de nosotros algo al mismo tiempo inferior y más fuerte que uno es espantoso.
Casi nadie repara por sí mismo en el mérito de otro.
La existencia está tejida de un material de mala calidad que se encoge con el uso.
Cuanto más tiempo dura una disputa, más lejos nos hallamos del final.
Después de saber cuándo debemos aprovechar una oportunidad, lo más importante es saber cuándo debemos renunciar a una ventaja.
El renombre y el reposo no compaginan.
Es una especie de obediencia muy agradable a los ojos de Dios no desear dispensas sin mucha necesidad.
La realidad objetiva acaba de evaporarse.
Las discusiones metafísicas se parecen a los globos llenos de aire; cuando revientan las vejigas, se observa cómo sale el aire y no queda nada.